Volveremos dijeron las manos al viento.
El piano sonrió con dientes de marfil, relamió sus más intimas cuerdas, pulió los pedales añejados de óxido verde.
/ Hace tanto que se acabaron las melodías /
Improvisó en su memoria los últimos sones que se grabaron en la madera, volvió a sonreír no había perdido sus tonos ni su melodioso corazón, sólo estaban dormidos.
/ El vals de las gaviotas enamoradas
surcó entonces el aire,
titilaron las velas en las arañas
y los sonidos se volvieron palabras,
las notas flotaron a través de la ventana
como plumas embrujadas /
Fue cuando las manos regresaron a rozar con su destreza de mujer-artista-enamorada a esas cuerdas que despertaron del letargo; los dedos acariciaron la sonrisa de dientes de marfil, estos besaron las caricias con formas de melodías y fueron concierto de piel y susurros a los oídos del aire.
/ El vals de las gaviotas enamoradas
danzaba sobre el tablero del piso del salón,
a su entorno las notas
formaban el coro
como plumas embrujadas /
Ellos sonreían en la Simplicidad que los cobijaba.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)