domingo, 1 de noviembre de 2009

En la simplicidad que los cobijaba

Volveremos dijeron las manos al viento.

El piano sonrió con dientes de marfil, relamió sus más intimas cuerdas, pulió los pedales añejados de óxido verde.

/ Hace tanto que se acabaron las melodías /

Improvisó en su memoria los últimos sones que se grabaron en la madera, volvió a sonreír no había perdido sus tonos ni su melodioso corazón, sólo estaban dormidos.

/ El vals de las gaviotas enamoradas
surcó entonces el aire,
titilaron las velas en las arañas
y los sonidos se volvieron palabras,
las notas flotaron a través de la ventana
como plumas embrujadas /

Fue cuando las manos regresaron a rozar con su destreza de mujer-artista-enamorada a esas cuerdas que despertaron del letargo; los dedos acariciaron la sonrisa de dientes de marfil, estos besaron las caricias con formas de melodías y fueron concierto de piel y susurros a los oídos del aire.

/ El vals de las gaviotas enamoradas
danzaba sobre el tablero del piso del salón,
a su entorno las notas
formaban el coro
como plumas embrujadas /

Ellos sonreían en la Simplicidad que los cobijaba.