domingo, 23 de octubre de 2011

Deslizaba suavemente su cuerpo, como deliciosa bailarina que fue en su Rusia natal. Las puntas de sus pies acariciaban el piso, al unísono con las notas de su corazón. Un paso de coté hacia la derecha y un salto en l’aire hasta caer como pluma. Para alcanzar su más deseado final, debía ser la más precisa coreografía de su vida.
La música en su corazón sonaba cada vez más rápido. Su agitada respiración confundía su mente. No debía equivocarse; podía caer y eso terminaría de por vida con su carrera.
Un nuevo assemblé dobló sus rodillas. El pánico se apoderó de sus ojos.
Mientras caía estrepitosamente, su boca emitió un angustiante ¡Oh Dios!
Los soldados aliados, reconocieron su cuerpo por una zapatilla de bailarina que no se desprendió de su pie mutilado. No pudo escapar. Las minas explosivas abandonadas en los campos, luego de la guerra, sumaban otra víctima inocente.

jueves, 15 de septiembre de 2011

La imagen en el viejo monitor, parpadeaba como la luz de neón del cartel del oscuro hotel donde decidió encerrarse a escribir su biografía.
Su cuerpo también comenzó a parpadear. Recordó que había insertado la última moneda en el medidor de derecho a uso del servicio de Internet en su habitación. Se apresuró a escribir el epílogo de su biografía; quería impresionar al lector con un final real y contundente. Y lo logró justo a tiempo.
Desapareció en la red de los inconsistentes cuando el monitor se apagó.

martes, 6 de septiembre de 2011

El hombre balancea su carne, áspera como el llanto de una soga de esparto.
Él apenas fue un paso extraviado en los abismos, puente de fallidas intenciones en la génesis involuntaria de su vida.
Partió tras la ingenua y estúpida existencia, para abandonar la piel a un costado de las piedras.
La muerte fue el comienzo de su vida y no hubo nadie asistiendo a su espontáneo aborto.

domingo, 21 de agosto de 2011

Al lado de mi codo, en la barra de un tugurio amarillo, una bella mujer ciega admiraba mi sed, no percibí angustia en su mirada, apenas un rictus de sarcasmo en sus cejas de trasnochado silencio.
Miró mis vasos vacíos, le sonrió a una botella de vino malo y se marchó mascullando en un descuidado abandono.
-otro ciego que no pudo verme.

lunes, 20 de junio de 2011

Y le dije que no, como si eso me hiciera más fuerte. Solo logré implementar un silencio de muerte que se apoderó de mis orejas.
Pude vislumbrar, mientras se mezclaba mi sudor con sus lágrimas en la manga de mi camisa; que había algo más que tristeza cortando el aire de su garganta.
Aflojé entonces la presión sobre su cuello, apoyé su cabeza laxa sobre mis rodillas y comencé a hacerle respiración boca a boca. Fue en vano, sus pulmones ya no estaban.
Es tan frágil la vida de una mariposa de la noche.

jueves, 26 de mayo de 2011

Arrojando piedras al estanque...
una...
dos...
tres.

Arrojándome al estanque por las piedras que arrojé...
cuatro.

No pude rescatar la que colgaba de mi cuello.
A veces me asombro de haber llegado tan lejos sin caminar demasiado,
debe ser que alguien dejó encendido, sin querer, el mundo debajo de mis pies.
A veces presiento que el hilo es demasiado duro para que se corte por sí solo y que deberé proveerme de una navaja filosa que apure la caída de la tierra sobre mi cuerpo.
A veces, no sé; la rueca de la vida se empeña en seguir hilando lo que en mi transcurrir
voy deshilando.
¿Será su tozudez o la mía la que defina el pleito?

miércoles, 23 de marzo de 2011

Desde mi loca cordura; llamo a los duendes azules que transitan mis sueños, ateridos por una absurda ignorancia, una prepotente desidia de corrupta letanía.
No sé quién soy desde que soy, desde el ombligo seco de nonato que vio la luz por otros ojos, por otras voces; y hoy mitigo este temblor de hastío apretando los dientes para no sangrar los ojos ni partir los nudillos contra la dura pared de este mundo, al que no pertenezco ni reconozco como morada de este habitante mutante, de una raza en extinción, mala, sanguinaria, retrógrada, cavernícola…

19:30…en otra noche de suicidios colectivos...

miércoles, 9 de marzo de 2011

Creo que deberías salir a buscar nuevos aires; caminar bajo el agua, fumarte un cigarrillo de chocolate, tejer medias para ciempiés, lavar las nubes sucias, y olvidarte que hay vida debajo de una piel abandonada.

martes, 8 de marzo de 2011

Se han caído mis ojos; ellos sostenían la mirada sobre el tenso horizonte; no hay palabras contra ello ni cuerda que sostenga mi mano en la falda de la vida, y caigo mientras destejo el hilo que tantos años me llevó ordenar punto por punto, inexorablemente en filas de a dos, como si el par exacto fuese dos, cuando todos sabemos que siempre es uno más un poquito de alguien que generalmente está ausente.

sábado, 5 de marzo de 2011

No se puede alejar de una huella circular, ni desviar los pasos fuera de un eje que rota en el centro de los ojos; y no hay dolor en la herida ni en la cicatriz de la ausencia; no hay vector preciso de este vacío. Quizás la sangre contaminada de recuerdos sea la culpable y se empeñe en circular como un reloj de péndulo, dando campanadas cada golpe de lluvia.

martes, 1 de marzo de 2011

Y pensar que cuando extendí el pulgar para apagar al sol, apareciste detrás de una nube, vestida de durazno ambarino, con trencitas pendiendo de uno de tus lados; el del caroso con forma de corazón.
Cerca de la última fila de abedules te partí en dos.
Apenas el sol había transcurrido dos giros de su vida, lejos de mi pulgar asesino.
Al igual que ayer, cuando la tarde cerró su sombrilla de estío sobre la cabellera de un sauce; al igual que ayer, abrí los relámpagos que escondía mi garganta y sollocé granos de sal en los cráteres de la ausencia. Entonces se desgarró la piel del viento que cayó sobre la recostada mugre del amor muerto, el de las cien vidas y sus tantos poemas desilusionados.
Cuánta melancolía me sacude; cuántas edades me diferencian de su recuerdo, de su distancia, y estando tan cerca, ni siquiera toca mis ramas.