martes, 1 de marzo de 2011

Al igual que ayer, cuando la tarde cerró su sombrilla de estío sobre la cabellera de un sauce; al igual que ayer, abrí los relámpagos que escondía mi garganta y sollocé granos de sal en los cráteres de la ausencia. Entonces se desgarró la piel del viento que cayó sobre la recostada mugre del amor muerto, el de las cien vidas y sus tantos poemas desilusionados.

2 comentarios:

  1. Qué bello.
    Lo siento cercano en lo interno. Tu modo de escribir me recuerda algo, algo como una estación de tren en la que estuve alguna vez con el barro rojo en la memoria.

    Mis saludos.

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  2. Gracias por tus conceptos.

    Mis saludos.

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