No es una noche más; es una noche diferente, carente de sonidos,
de plumas rotas, de poeta complaciente; con cesto de hojas abolladas.
Se ha extinguido la vela, derritiéndose sobre la cabellera de la musa que inerte reposa sobre la alfombra China, al costado de un perro de yeso sin cabeza, ambos víctimas de un enojo inspirativo que hablaba de un adiós.
Te lo advertí muchas veces; nunca intentes abandonarme en una noche de lluvia y borrachera.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La musa, a pesar de las consecuencias de tus enojos, no te abandona. Doy fe de ello.
ResponderEliminarBesos
Gracias Magda, quizás sea masoquista y no quiera irse. Espero me perdone, le regalaré un peluche con forma de corazón y le pediré perdón.
ResponderEliminarUn besote para vos
la ira es el despertar de la razon ...y de tu musa, te abrazo
ResponderEliminarEspero no haberla golpeado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminar