sábado, 25 de julio de 2009

Hablando con tu ausencia

Ayer te contaba en mis pensamientos, de mis regresos a casa, de esos quince minutos de angustioso divagar que invierto por el trazado de calles oscuras y silenciosas de las madrugadas de Córdoba, camino a parte de mi rutina también angustiosa y decadente, diferenciada de las otras solo por la presencia de mis hijas.
Digo angustiosos pensamientos, porque ellos rememoran a cada metro de camino recorrido, noche tras noche, esta insoportable levedad de ser, de estar sin estar, solo permanecer, tratando de no dejarme vencer por los inerte realidad que es mi vida. Y siento que la calesita da otra vuelta más, solo que cada vuelta es parte de una permanente rotación sobre el mismo eje, mirando los mismos paisajes, montando los mismos caballos, cansados y aburridos de permanecer fijos a un piso de madera.

Sabes, cuando dialogo con mi mente contándole estas cosas, imagino como se debe sentir encerrada en este complicado cuerpo, pobre de ella, pobre de mi espíritu que quiere volar, y que no encuentra su cielo, ni el viento necesario para despegar.

Otra madrugada, otros silencios de niñas dormidas, y tantas palabras que vuelvo e leer y releer, y sin embargo no las entiendo. Que mas da, será lo que deba ser, mañana, mejor dicho hoy, será un día distinto, al menos tratare de cambiar mi recorrido para volver a casa, quizás los pensamientos se renueven, eso dicen los que saben, hay que modificar recorridos, que la mente aprenda a modificar patrones. ¡Bah, que más da!. Espero que no se nuble el día, el vientito afuera no es buena señal para que podamos ver al señor sol.
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