sábado, 25 de julio de 2009

Sueño de trenes ( I )


De niño tuve la suerte de vivir en estaciones de trenes; mi padre fue jefe de estación en varios pueblos de la provincia de Santa Fe (Argentina).
Mis juegos, mis aventuras, mis sueños, tenían forma de vagones, de rieles, de locomotoras a leña o a vapor como quieran llamarlas (la leña era quemada en la caldera de la locomotora y eso hacia que se produzca vapor en tuberías interiores, hechos que por su presión permitían el desplazamiento de la máquina).

Solía escaparme en las siestas de los ojos de mi padre y caminar por las vías indefinidamente hasta que el silencio de tantos campos y el miedo a los duendes que rondaban las tardes me hacían volver.
Tenía dos placeres en esas travesías: uno; mantenerme firme en esos escasos centímetros de ancho del riel y sin caerme por el mayor tiempo posible; el otro era contar todos los durmientes hasta llegar a la señal de entrada del pueblo y limpiar las piedras que estaban sobre ellos; hecho que me solía llevar bastante tiempo hacerlo.
Solía subirme por las escaleras de hierro hasta la punta de la torre de la señal ferroviaria que para mi altura de niño era infinita, y espiar los nidos de cotorras que allí anidaban (siempre que mi papá no los hubiese desarmado; decía que era peligroso para el funcionamiento del mecanismo de la señal).

Este mecanismo era un sistema de poleas puestos en la torre y debajo, al costado de la vía. por donde corría un cable de acero trenzado similar a los cables de frenos de bicicletas pero mucho más gruesos. Este cable en el otro extremo, estaba fijo a unas palancas de acero que se disponían en el andén de la estación en un total de 6: 2 para las señales; izquierda y derecha; 2 para desviar los trenes desde la vía primera a la segunda y viceversa y 2 para desviarlos desde la segunda a la tercera y viceversa. Estas palancas funcionaban de modo también similar a las palancas de frenos de las bicicletas y su función era bajar o subir una señal (como un aspa de chapa) que estaba en las torres antes mencionadas. Estas señales eran indicadores para los maquinistas de los trenes de cual era la situación de tránsito de las vías; si estaba baja habilitaba el paso del tren y por el contrario, si estaba hacia arriba se debía detener el tren y esperar su habilitación desde la estación.

Pude ver pasar tantos kilómetros de trenes y miles de rostros asomados a sus ventanillas, cada uno quizás con tantos sueños como los míos, quizás muchos pudieron concretarlos yo sigo aún esperando trenes, aunque el progreso destructor los haya detenido.

(Continuará)

2 comentarios:

  1. no sé lo que pasa caro mio, pero ayer hice un comentario por 4 o 5 relatos de esta tira y hoy no los encuentro...

    ResponderEliminar
  2. Mi querido amigo; al subir yo un nuevo post, el último escrito, No me contradigas donde dejaste tus amplio comentario, quedó en la página anterior. Para poder ver esta página debes ir al final de la hoja y abrir entradas antiguas y aparecerá lo que buscas.
    Gracias por seguir estando presente.
    Un abrazo

    ResponderEliminar