Saben, pero hace un par de años que tengo a mi gatito -ex vivo- colgado de un perchero a la entrada de mi casa, junto al viejo paraguas pingüino que no lo uso mucho ya que le falta la tela; decía, a este gatito se me ocurrió un día colocarle un bonito collarcito azul con una pequeña piedrita con su nombre grabado- el del gato, no de la piedra- pero no sabía que a los gatos no se le ponen collares por la razón expuesta, juegan sobre los percheros y corren el riesgo de quedar colgados; y bueno desde entonces me acompaña y es el mejor crítico de mi poesía, por supuesto nunca las comenta; aún no sabe leer ni escribir.
/Serie El gato en el perchero/
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